En agosto de 1968, la guerra de Vietnam se encontraba en su máximo apogeo. Como respuesta, miles de revueltas y manifestaciones se realizaban en Estados Unidos con el objetivo de que el gobierno del presidente Lindon B. Johnson termine con ese conflicto. La tensión social podía sentirse al máximo en las calles y ciudades estadounidenses. En este contexto, se realizaba la convención nacional del Partido Demócrata en la ciudad de Chicago. A finales de este mes, varias organizaciones sociales y grupos activistas decidieron convocarse para protestar pacíficamente, al mismo tiempo que se realizaba la Convención Nacional. Esta convocatoria terminó en disturbios y con ocho personas detenidas.
El Juicio de los 7 de Chicago basa su argumento en este hecho histórico, en el cual retrata la manipulación de la justicia para cumplir con objetivos políticos. Esta película de Aaron Sorkin tiene todo para ser una película ‘nominable’ a los premios de la academia. Es decir, obtiene su historia de un suceso histórico de conmociones sociales, muestra el conflicto de individuo contra el sistema y un final clásico donde la trama se resuelve a favor del individuo, que en este caso, son siete.
Entre los protagonistas está Eddie Redmayne, como Tom Hayden, que parece que repite el personaje de sus otras películas: el tipo que no encaja en los estereotipos de “activista”, pero se perfila, de todas formas, como uno de los líderes imprescindibles en la película. Ahora, lo que evita que la película se estanque a ratos y ayuda a mantener la atención -más allá del conflicto principal- es la actuación de Sacha Baron Cohen como Abbie Hoffman. Abbie y Jerry Rubin le dan un punto cómico que alivia un poco la tensión durante el desarrollo del filme. Sin embargo, el personaje de Abbie es mucho más complejo que ser el recurso narrativo cómico dentro de la historia, lo que logra que se lleve toda la atención del espectador. Una mención especial para Frank Langella por interpretar al personaje más despreciable de la película: el Juez Julius Hoffman.
El Juicio de los 7 de Chicago es una película muy bien lograda, que a ratos se siente demasiado lineal o parece que se queda corta a la hora de retratar la relevancia del hecho histórico que narra. Siento que le falta más fuerza para representar los años 60 para que no se vea como un documental. Es por eso que Sacha Baron Cohen termina llevándose la película con tan solo brindar al espectador un poco más del espíritu hippie - antisistema- característico de las movilizaciones que se quiere representar.
Finalmente, el filme es bastante disfrutable y hará que te entretengas durante un par de horas, cumple bien con lo que promete dejando la sensación de que pudo mostrarse más. Sobre todo el las secuencias alternativas donde se presentan los hechos de las manifestaciones. Aún así, me gustó cómo está hecha y vale la pena verla.
Pueden verla en Netflix.
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