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Foto del escritorJoffre Vélez

Encontramos al candidato perfecto. Explicamos por qué no existe el voto útil

Faltan pocos días para las elecciones generales. Diferentes encuestas revelan que, casi la mitad de la población ecuatoriana, aún se mantiene indecisa sobre a qué candidato darle su voto. Este último proceso electoral llega tras un cúmulo de errores y falencias en el sistema político nacional que vienen sucediendo desde hace algunos años. Esto nos tiene en este punto, tenemos un número récord de candidaturas en firme: 16 personas buscan la primera magistratura del estado. Cuando a una crisis sanitaria y económica, se le suma un proceso electoral plagado de suspicacias y cuestionamientos a las autoridades electorales. Entre estos: movimientos acusados de cobrar por candidaturas; candidatos que “renuncian” a sus candidaturas (ignorando que de acuerdo a la ley, estas son irrenunciables); y una sobreoferta de propuestas demagógicas -irrealizables y hasta inconstitucionales- es comprensible que faltando pocos días para votar, haya un número tan alto de indecisos y sobre todo de indiferentes.


Este contexto ha sido la plataforma sobre la que se discute el “voto útil”. Se llama voto útil a la tendencia de votar en función de las probabilidades de una candidatura de conseguir la victoria. Es decir, votar por quien más oportunidades tenga de ganar.

¿Se puede hablar de un voto útil en la elección del domingo 7? Depende de a quién le preguntes. Una de las características del voto útil es su capacidad de polarización del debate electoral, reducir la discusión política a “ellos o nosotros”. Es una herramienta de marketing político que puede ser efectiva y se utiliza en distintos países, indistintamente de la tendencia política. La discusión del voto útil en estas elecciones se ha posicionado en el dilema de “correísmo o anti-correísmo” y es en esa segunda línea donde se intenta posicionar el voto útil, en especial a favor del candidato Guillermo Lasso.


Hay que tomar en cuenta que esta discusión es -estrictamente- una estrategia discursiva de una campaña que, ya sea por desaciertos propios o por aciertos de sus rivales, se encuentra atascada. A esta campaña se le ha complicado innovar y superar la narrativa que usaron en 2017. Cuatro años es mucho tiempo, y ya han desgastado los dilemas de “correísmo o anti-correísmo”; “desarrollo o ser Venezuela”, entre otros. Estos mismos problemas han sido las ideas centrales de la narrativa del gobierno de Moreno, un gobierno que termina su periodo desprestigiado y sin apoyo popular ni político.


El bache discursivo que se encuentra la campaña de Guillermo Lasso, dentro de la dicotomía que mencioné antes, es realmente la razón por la que se discute el “voto útil”.

Recordemos que este es un recurso de campaña de un candidato que tiene, para su suerte, el respaldo implícito de la prensa política y otras figuras influyentes en la opinión pública.


Pero al final del día, una de las ventajas del pluripartidismo es la oportunidad que te da para votar por quien tú quieras, por quien confíes o por quien representa las cosas en las que crees. Las elecciones seccionales del 2019 demostraron que el dilema “correísmo/anti-correísmo” no es una preocupación central del electorado y que, en una elección dispersa, no hay garantías para ningún candidato.


Las elecciones nacionales de 1988, 1996, 2002 y 2006 son pruebas de que candidatos “sin oportunidades” pueden competir y hasta ganar una elección.

Para cerrar, es preciso que tengamos claro que la gran cantidad de candidaturas tanto para presidente, como para asambleístas; el acuerdo con el FMI; las consecuencias del paro de octubre de 2019 y la crisis económica y sanitaria provocada por la pandemia; solo aseguran 4 años de difícil gobernabilidad para cualquiera que salga electo. Los acuerdos y concesiones necesarios para superar estas crisis dan lugar a posibles actos de corrupción -que no conoce de ideologías- y estos últimos cuatro años nos demostraron que hacer de la administración pública una plataforma “anti-algo” solo nos conduce a la catástrofe.


Así que puedes votar por quién tú desees, sin sentirte presionado por los slogans y plataformas propuestos por gente del marketing político a quienes les pagan por crear estos debates. Y si crees que sí hay voto útil y es como piensas votar, también está bien, solo no molestes a quienes están hartos de la polarización.




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