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¿Quién construye quito?

Actualizado: 21 ene 2020



Por Josué Serrano


Entre cemento, ripio y arena; Ángel y otros 35 obreros se ponen su vestimenta de trabajo, prendas sucias que ellos llevan desde sus hogares para así no dañar su ropa del día, toman sus cascos, chalecos y esperan las instrucciones del residente de obra para empezar a laborar.

Ángel ha trabajado como albañil por los últimos 30 años. Él vive en Plan Victoria, un barrio ubicado a las afueras del sur de Quito en las faldas del Atacazo; no terminó el colegio y le cuesta ahorrar desde hace mucho. Su rutina empieza a las 05:00 a.m. y le toma dos horas llegar a su trabajo, un proyecto de viviendas de interés público que se encuentra en Carapungo al norte de la ciudad.


Así como Ángel miles de quiteños trabajan como albañiles en la millonaria industria de la construcción y a pesar de que la albañilería es una de las profesiones más sacrificadas del medio, por el gran desgaste físico y mental para quien la práctica, su remuneración es sumamente baja.


Cuando hablamos de los actores que construyen a Quito, vienen a mi cabeza arquitectos, ingenieros, empresas constructoras públicas y privadas; instituciones y profesionales encargados de la planificación, diseño y gestión del acto constructivo; pero a pocos se nos ocurre tomar en cuenta a quienes son los artífices de grandes proyectos, la base de todo lo que he nombrado antes.


Detenerse a pensar que la ciudad y el país se construyen, físicamente, día a día nos permite reflexionar acerca del esfuerzo de los ciudadanos directamente involucrados con el desarrollo de inmobiliario e infraestructura de Quito y como ellos dejan un poco de sí mismos en las obras que edifican.


Como arquitecto, he podido observar de primera mano la pasión con la cual muchos de nuestros albañiles trabajan día a día, y a pesar de los problemas y contratiempos generados en una obra, no paran de ayudarnos a edificar esos sueños que muchas veces solo somos capaces de plasmarlos en el papel.


Muchos profesionales hemos sido educados para pensar que la teoría y la academia bastan para hacer ciudad, pero el trabajo de Ángel y de muchos otros ciudadanos me lleva a considerar que la ciudad empieza en sus manos. Sin su capacidad y esfuerzo, los proyectos inmobiliarios serían ilusiones.

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